domingo, 30 de marzo de 2008

La izquierda y la guerra

Por Daniel Mera

Publicado en Semana

Es probable que en la crisis del 1 al 7 de marzo de 2008 se haya decidido, en términos de "izquierda" y de "derecha", la elección presidencial de 2010, a favor de la "derecha", pero esa hipótesis es menos importante que esta pregunta: ¿cuándo tendremos la nueva izquierda colombiana?

Nueva en el sentido de adaptar el canon reformista liberal, rompiendo del todo con la matriz intelectual marxista. Parafraseando al argentino Enrico Udenio, al Polo le ha funcionado, parcialmente, "tener corazón revolucionario y discurso reformista".

El problema es que en los momentos clave el corazón habla en sus comunicados.

En medio de la crisis con Ecuador y Venezuela por el operativo contra Raúl Reyes, el Polo y el senador Gustavo Petro enviaron dos mensajes muy fuertes:

1. No somos solidarios con el Estado colombiano (comunicado de la Dirección Nacional del PDA, 2/marzo/08).

Textualmente: "La Política de ¨Seguridad Democrática¨ y la forma como el Estado ha enfrentado la lucha contra las diferentes expresiones de violencia es transgresora al derecho internacional público, humanitario y de los derechos humanos" .

Léase con atención: tenemos un Estado criminal, no con algunos criminales. En conjunto, el comunicado seguro fue leído con enorme satisfacción en Ecuador y Venezuela.

2. Hay que parar la guerra, justo cuando se está ganando (en El Tiempo, 01/marzo/08, Petro: "Hacia una Colombia sin guerra").

En lugar de proseguir los golpes contra el secretariado y toda la estructura de las Farc, lo que propone es un acuerdo "para realizar (...) las reformas imprescindibles o fundamentales (...) que conduzcan a quitarle oxígeno a la violencia".

La sensación de la sociedad ante estos dos mensajes es, inevitablemente: "¿qué están diciendo? entonces no son los líderes que necesitamos".

Un corazón reformista no establece ninguna relación entre violencia y cambio social. El corazón revolucionario sigue creyendo, así lo niegue de labios para afuera, que "la violencia es la partera de la historia".

El corazón revolucionario se niega a aceptar que la única "solución política del conflicto" deseable es acordar impunidad e inmunidad, básicamente:

i) penas mínimas de cárcel para los jefes y mandos medios guerrilleros,

ii) protección frente a la Corte Penal Internacional y a la extradición,

y iii) reintegración socio-económica de los guerrilleros rasos.

Para llegar a esa solución política se requiere la vía militar. Obligarlos a negociar su desmovilización.

Si el Polo quiere que nos sentemos a la mesa para discutir las reformas del país con las Farc, está legitimando su violencia.

Ahora, una vez aceptada la necesidad de vencer militarmente a las guerrillas (a menos que se entreguen arrepentidos), es posible ser de izquierda o de derecha, sin olvidar que en cada visión suele haber dos tendencias, sus propias "izquierda" y "derecha".

Así que tendremos la nueva izquierda colombiana tal vez en estos dos escenarios posibles:

i) si se divide el Polo en dos izquierdas, según el corazón de cada quien, o

ii) cuando no existan las guerrillas y, por ende, no haya tentación de coquetear con negociar reformas constitucionales y sociales valiéndose de la ayuda de la "partera" de antaño.

La discusión entre izquierda y derecha va a ser linda después de la guerra, si contamos con líderes hábiles con el matiz, porque la diferencia será de matices, ojalá sobre la base de un consenso.

De hecho, lo sería desde ya (interesante) si el punto fuera: ¿vamos a ganar la guerra para construir qué tipo de sociedad? Con los recursos y la energía que se liberarán, con la renovada confianza nacional que tendremos.

(Este punto lo asocio con Enrique Peñalosa, a quien seguro se lo oí o leí; recientemente, Alejandro Reyes escribió en el mismo sentido).

Pero, primero lo primero, del mejor modo. Lástima que la izquierda haya demostrado en la semana crítica que no está lista.

PUBLICADO 16/03/2008

1 comentario:

D. dijo...

Es triste cómo en Colombia puede más la mezquindad y la complicidad con el crimen que el interés común y el deseo de forjar una nación para todos.

Por eso es que en Colombia la izquierda no existe. Sólo hay dos derechas, una egoísta y la otra profundamente hipócrita que se matan entre sí mientras el resto nos hastiamos de todo eso y le apostamos a una derrota definitiva de los grupos violentos que son el juguete con que los primeros se entretienen en su juego político.