domingo, 16 de diciembre de 2007

LA CONEXIÓN VENEZOLANA :El narcosantuario de las FARC

JOHN CARLIN 16/12/2007. El País de España.

La guerrilla colombiana de las FARC ha encontrado su santuario en la Venezuela de Hugo Chávez. Cuatro desertores y varias fuentes de los servicios de inteligencia y diplomáticos detallan a EL PAÍS la extensa y sistemática cooperación que determinadas autoridades venezolanas brindan a las FARC en sus operaciones de narcotráfico.

Algunos desertan de la guerrilla colombiana porque se sienten traicionados por sus jefes, hundidos ante la percepción de que el capitalismo salvaje del narcotráfico ha suplantado el altruismo socialista que les impulsó a tomar las armas. Otros se van porque sienten necesidad de volver a la vida familiar. Y otros porque, de repente, se convencen de que, si no huyen, morirán, como es el caso de Rafael, que desertó en septiembre tras año y medio operando en una de las bases de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dentro de territorio venezolano.

La lógica de Rafael es, a primera vista, perversa. Por un lado porque, como guerrillero desertor, que ha regresado a Colombia, sabe que vivirá el resto de sus días bajo la amenaza permanente de que sus ex compañeros lo asesinen; por otro, porque la lógica dice que para las FARC la vecina Venezuela es un refugio seguro. Las FARC comparten la ideología bolivariana del presidente Hugo Chávez, y el Ejército colombiano no se arriesgaría a violar la ley internacional y cruzar la frontera.

"Todo eso es verdad", explicó Rafael. "El Ejército colombiano no cruza la frontera, y la guerrilla tiene un pacto de no agresión con los militares venezolanos. El Gobierno venezolano deja a las FARC operar libremente porque comparten el mismo pensamiento bolivariano, y también porque las FARC pagan sobornos a su gente".

Entonces, ¿de qué ha huido?

"De una peligrosidad mucho mayor a la que me enfrento ahora: de los combates casi diarios dentro de Venezuela con los elenos [la guerrilla del ELN]".

Pero ¿no comparte el Ejército de Liberación Nacional los principios marxistas que llevaron a ambas organizaciones a la guerra hace 40 años? "Puede ser", responde Rafael, "pero esto no tiene nada que ver con política. La lucha con el ELN es por las rutas del tráfico de cocaína. Hay muchísimo dinero en juego en esa zona fronteriza donde la droga entra desde Colombia. Porque la línea más segura para llevar droga a Europa es por Venezuela".

EL PAÍS ha hablado con Rafael, que militó como guerrillero diez años, de los que tres estuvo en la cárcel, y con otros tres desertores de las FARC que se han entregado al Gobierno colombiano, acogidos por un programa de reinserción a la vida civil; también ha tenido acceso directo en Colombia y a diplomáticos y fuentes de alto nivel de los servicios de inteligencia y seguridad de varios países, individuos cuya peligrosa misión (por esto y en algunos casos por motivos políticos, insistieron en el anonimato antes de hablar con EL PAÍS) consiste en combatir el terrorismo y el narcotráfico internacional. Ambos objetivos confluyen en las FARC, más potente que cualquier cartel en el mercado global de la cocaína y calificada por la UE y EE UU como "organización terrorista".

Lo que aseguran un diplomático europeo y diversas fuentes oficiales a las que ha tenido acceso EL PAÍS es que existe complicidad y compenetración de elementos importantes del Estado que preside Hugo Chávez en las actividades mafiosas y militares de la organización guerrillera más antigua del mundo. La conclusión a la que un diplomático europeo y todas las fuentes oficiales consultadas han llegado es que la complicidad es activa y constante a niveles operativos, en las zonas donde se despliega la actividad militar y narcotraficante; y más pasiva cuanto más alta la esfera del Gobierno venezolano, hasta llegar al presidente Chávez, al que ninguna fuente consultada -ni siquiera en el anonimato más extremo- acusa de complicidad directa con el gigantesco negocio del narcotráfico colombiano. Lo que a esos mismos medios les cuesta creer es que no esté enterado del grado de colusión que hay entre sus fuerzas armadas y los altos mandos de las FARC. También dudan de que no esté enterado del grado de involucración de las FARC en el tráfico de cocaína.

EL PAÍS, pese a sus numerosos intentos, no logró obtener -hasta el cierre la noche del jueves de esta edición- una reacción de las autoridades venezolanas a las declaraciones recogidas en este reportaje.

Se sabía ya que, durante varios años, las FARC habían utilizado el lado venezolano de la frontera colombiana como refugio. Pocos dudan de que, si no fuera por la cocaína -la gasolina que alimenta la guerra colombiana-, las FARC se habrían extinguido como las demás guerrillas latinoamericanas nacidas durante la guerra fría. Lo nuevo que revelan los testimonios recogidos por este diario es lo extensa y sistemática que es la cooperación en Venezuela con la narcoguerrilla en cuanto al transporte de la droga por aire, tierra y mar; al suministro de armas, y la protección sobre el terreno que reciben de sectores de las fuerzas armadas; y a la inmunidad legal de facto que les conceden elementos del Estado.

Se trata de un negocio ilegal gigantesco. Transita por Venezuela el 30% de las 600 toneladas de cocaína que se mueven anualmente por el mundo. Prácticamente la totalidad de la droga colombiana que sale por Venezuela tiene como destino Europa, con España y Portugal como principales puntos de entrada, y con un valor de mercado en las calles europeas por encima de los 10.000 millones de euros al año.

La infraestructura venezolana destinada al flujo de la cocaína ha crecido de manera exponencial, según las fuentes de inteligencia entrevistadas por EL PAÍS, durante los últimos cinco años de la presidencia de Hugo Chávez, cuya decisión de expulsar a la agencia antidroga norteamericana (DEA) de su país en 2005 fue celebrada tanto por las FARC como por sus socios en los carteles de droga convencionales. Como ha dicho Luis Hernando Gómez Bustamante, poderoso capo colombiano de la droga en manos de la policía de su país desde febrero, "Venezuela es el templo del narcotráfico".

Un diplomático europeo con muchos años de experiencia en América Latina expresó algo parecido de otra manera. "El país bolivariano, socialista, antiimperialista ejemplar que pretende crear Chávez está en vías de convertirse en un Estado narco, del mismo modo que las FARC se han convertido en guerrilleros narcos. Chávez quizá no lo entienda, pero este fenómeno corroerá a su país como un cáncer".

En cuanto al aspecto militar, o "terrorista", de las FARC, lo que los desertores entrevistados sostienen es que las autoridades venezolanas no sólo dan protección armada al menos a cuatro campamentos guerrilleros fijos en su país, sino que también hacen la vista gorda a programas de enseñanza que operan dentro de los campamentos para la fabricación de bombas. Rafael -alto, fibroso y de aspecto serio, correspondiendo a la imagen clásica del guerrillero latinoamericano- cuenta cómo él mismo fue adiestrado en Venezuela para participar en una serie de atentados en Bogotá, la capital colombiana. La colaboración se extiende supuestamente a la venta de armamento por las Fuerzas Armadas a las FARC; a proveer a miembros de la guerrilla con cédulas de identidad venezolanas, usando nombres falsos, y a los líderes de las FARC con pasaportes para que puedan viajar a Cuba y Europa; y a dejar que las FARC proporcionen entrenamiento militar a las Fuerzas Bolivarianas de Liberación. Las FBL, conocidas también como los boliches, son una guerrilla creada por el Gobierno de Chávez con el supuesto propósito de defender la patria en caso de invasión norteamericana.

La expresión internacional más visible del terrorismo de las FARC ha sido la práctica de secuestrar a individuos con fines económicos o políticos, como es el caso de la ex candidata a la presidencia colombiana Ingrid Betancourt. Algunas de las fuentes de inteligencia con las que se entrevistó EL PAÍS afirman que tienen información sólida de que las FARC la retienen en territorio venezolano. Rafael, que dijo que estaba a punto de ser nombrado para un puesto de mando importante justo antes de desertar, sostuvo que a principios de año, y quizá después, Betancourt se encontraba en un pueblo fronterizo venezolano llamado Elorza, en el Estado de Apure, bajo la custodia de Germán Briceño Suárez, alias Grannobles, miembro del estado mayor de las FARC y jefe del Frente 10, en el que operaba Rafael. La lógica es que Elorza, donde Grannobles tiene una finca grande y lujosa protegida, según fuentes de inteligencia,por la Guardia Nacional y conocida por los guerrilleros de las FARC como Rancho Grande, está alejado del conflicto militar, lo que reduce las posibilidades de que muriese en un enfrentamiento, lo cual generaría un problema de imagen grave para las FARC, ya que Betancourt es también ciudadana francesa, y el presidente Nicolas Sarkozy se ha esforzado para lograr su liberación.

Rafael, elocuente pero no fanfarrón, reconoció que él mismo no había visto a Betancourt, sino que compañeros guerrilleros se lo habían dicho, y no todas las fuentes consultadas por EL PAÍS concurrían con la tesis de que ella estaba en Venezuela. En lo que sí hubo unanimidad fue en que Grannobles, cuya extradición busca Estados Unidos por narcotráfico y por el asesinato de tres norteamericanos en 1999 en suelo venezolano, maneja la logística narcoguerrillera en Venezuela. También es enlace para operaciones conjuntas con capos de los carteles, uno de los cuales Rafael dijo haber llevado a una reunión en Rancho Grande.

El contacto de Chávez con las FARC, afirmaron las fuentes de inteligencia, se lleva a cabo a través de uno de los siete líderes máximos de las FARC, Iván Márquez, que también tiene una finca en Venezuela y que se comunica con el presidente a través de contactos con los altos mandos de los servicios de inteligencia venezolanos. Como explicó un desertor de las FARC que había ocupado un cargo propagandístico importante en la organización, "Las FARC comparten tres principios bolivarianos con Chávez: la unidad latinoamericana, la lucha antiimperialista y la soberanía nacional. Las coincidencias ideológicas llevan a la convergencia en el plano táctico".

Las ventajas tácticas que emanan de la solidaridad bolivariana logran, según las fuentes, su máximo rendimiento en lo relacionado con la industria multinacional del narcotráfico. Existen diferentes métodos para enviar la cocaína de Colombia a Europa, aunque lo que siempre tienen en común es la colaboración por omisión, o comisión, de las autoridades venezolanas. La ruta más directa es la aérea. Consiste, según fuentes de inteligencia, en enviar avionetas desde pistas en lugares remotos de Colombia a aeródromos venezolanos. Ahí hay dos opciones. O parten las mismas avionetas rumbo a Haití o República Dominicana (una fuente dice que los vuelos no autorizados "sospechosos" se han incrementado de 3 a 15 por semana desde 2006), o la droga se traspasa a aviones que vuelan directamente a países de África occidental, como Guinea-Bissau o Ghana, de donde siguen por vía marítima a Portugal o Galicia, punto de entrada español del área europea de Schengen.

Uno de los guerrilleros desertores entrevistado por EL PAÍS, llamémosle Marcelo, narró el procedimiento para enviar droga en cantidades pequeñas a través de individuos (mulas) que la transportan en sus maletas en aviones comerciales. Marcelo desertó en agosto tras haber estado un año en un campamento venezolano de las FARC en La Uvita, Estado de Apure. Ágil en sus movimientos, menudo y de mente ordenada, sólo militó en la guerrilla de las FARC 15 meses, pero sus jefes le procuraron rápidamente una cédula de identidad venezolana, con lo cual cruzaba la frontera y transitaba por Venezuela sin problemas.

"Una vez", recuerda, "fui al aeropuerto de Bogotá a recoger a un portorriqueño y llevarlo a Venezuela. Él cruzó la frontera conmigo después de convenir un precio con los guardias venezolanos. Lo llevé en carro particular a Caracas y de ahí viajó a España en avión con la droga en la maleta. Llegó sin problemas. Me lo confirmó Pizarro, un mando nuestro con 120 hombres bajo su cargo, que habló con su contacto en España, que se llamaba Dani".

Marcelo participó en "ocho o nueve" misiones de este tipo a lo largo de 12 meses. "Operar en Venezuela es lo más fácil que hay", sostiene. "La guerrilla de las FARC está de lleno allá, y la Guardia Nacional, el Ejército y otros venezolanos con cargos oficiales les ofrecen sus servicios, a cambio de dinero. Nunca hay enfrentamientos entre las FARC y la Guardia o el Ejército". Rafael asegura que participó en varios operativos cuyo fin era enviar la droga por vía marítima desde puertos caribeños. Su rango en las FARC era más alto que el de Marcelo y tuvo más acceso a información confidencial.

"Se recibe la mercancía en la frontera, transportada en camiones", explica Rafael. "Cuando llega el vehículo, la Guardia Nacional venezolana ya lo sabe de antemano, ya están sobornados para que cruce a Venezuela sin problemas. A veces nos dan una escolta. Entonces, yo y otros compañeros nos subimos o al mismo camión con el chófer, o en un carro particular que les acompaña. Hacemos el viaje, de unas 16 horas, hasta Puerto Cabello, sobre el mar al oeste de Caracas. Ahí entra el camión en una gran bodega controlada por venezolanos y gente de las FARC que se encarga de la seguridad. Efectivos de la Armada venezolana se encargan de los controles de aduanas y de la salida de los barcos. Tenían conocimiento de lo que estaba pasando y lo facilitaban todo".

Fuentes de inteligencia que analizan las rutas de salida de Puerto Cabello dijeron que de ahí parten embarcaciones pequeñas hacia Haití o la República Dominicana, desde donde se hace el transbordo a barcos grandes que llevan la droga a Europa, o directamente cruzan el océano a África o Europa en, por ejemplo, pesqueros. Un caso notable fue el del pesquero venezolano Zeus X, que fue interceptado por la Agencia Tributaria española en septiembre, a 1.050 millas de Las Palmas, con seis venezolanos a bordo y un cargamento de 3.200 kilos de cocaína con precio de venta en Europa estimado en 190 millones de euros.

Rafael dijo que no sólo acompañaba a los camiones que viajaban entre la frontera y el mar, sino que una vez permaneció un mes en Puerto Cabello, donde se quedó en un hotel, haciendo trabajos de "seguridad". "Hubo pérdidas de mercancía y robos. Dimos plomo. Murieron muchos, por robo o por traición". Rafael asegura que no tuvo problemas con la policía venezolana, y menos cuando hacía sus viajes de vuelta, cargado de dinero llegado generalmente de España, dijo, a cambio de la droga. "Llevaba maletas grandes llenas de billetes de 500 euros, y se las entregaba a un mando de las FARC del Frente 10 en el lado venezolano de la frontera con Colombia".

El mismo procedimiento lo llevó a cabo utilizando el puerto de Maracaibo, que según las fuentes consultadas por EL PAÍS es "una especie de paraíso" para los narcotraficantes, entre los cuales se encuentra uno de los capos más buscados actualmente por las policías internacionales, Wilber Varela, conocido también como Jabón. "Se instalan en magníficas casas, compran fincas grandes y negocios en quiebra, y se convierten en personajes valiosos para las economías locales venezolanas", dijo una fuente policial. "Venezuela es para estos criminales un seguro de vida". Por eso, cuando la policía colombiana preguntan a sus homólogos venezolanos por el paradero de los capos mafiosos, la respuesta siempre es la misma: "No tenemos nada".

Esta convergencia táctica entre las Fuerzas Armadas venezolanas y las FARC se extiende al terreno militar, al extremo de que hoy, según una fuente de inteligencia especialmente bien informada con la que habló EL PAÍS, la Guardia Nacional tiene retenes colocados alrededor de los campamentos guerrilleros. ¿Para qué? "Para darles protección, lo cual indica que hay conocimiento a muy alto nivel militar venezolano de la estrecha colaboración que tienen sus soldados con las FARC".

No siempre han estado tan claras las cosas. Otro desertor de las FARC, de seudónimo Humberto, recordó cómo, en enero de 2004, casi hubo un grave choque entre el Ejército venezolano y la guerrilla colombiana en una región fronteriza llamada La Guajira. Según Humberto, que operó políticamente en la clandestinidad para las FARC en una importante ciudad colombiana durante cinco años antes de ingresar en la guerrilla como combatiente en 2005, el incidente ocurrió al margen de una reunión política de revolucionarios de varios países latinoamericanos en un campamento de las FARC en Venezuela. Allí estaban destacados unos 150 guerrilleros liderados por el embajador de las FARC en Venezuela, Iván Márquez. "De repente oímos un bombardeo aéreo cerca del campamento y después nos enteramos de que se acercaba una columna del Ejército venezolano", señala. "La tropa llegó al borde del campamento, pero cuando parecía que iba a haber un choque, los comandantes de ambos bandos empezaron a hablar y acabaron bebiendo vodka juntos, celebrando el hecho de que los dos estaban al mando de ejércitos bolivarianos".

Humberto, un ex universitario que había brillado en su juventud por su fervor revolucionario, desertó en octubre de este año en gran parte porque había visto cómo ese tipo de escena festiva, lubricada por el alcohol, había llegado a definir el estilo de vida de algunos altos mandos de las FARC. "Nosotros los guerrilleros de a pie, los milicianos, sufríamos permanentemente por falta de abastecimiento. Caminábamos todo el día y pasábamos hambre. El problema dejaba de ser militar y se convertía en uno de supervivencia básica. Pero en lo que no me dejaba de fijar era en que mientras nosotros sufríamos, los mandos no sólo comían bien, sino que también bebían whisky y se acostaban con mujeres hermosas. Fue una enorme decepción".

Rafael no pareció padecer esos mismos escrúpulos. La ausencia de valoración moral cuando describió sus actividades narcotraficantes lo indicaba. Lo mismo le parecía cumplir con trabajos directamente ligados a su original vocación guerrillera como viajar a Caracas a recoger armamentos que las FARC compraban de las Fuerzas Armadas venezolanas. Ésta es una de las dimensiones tácticas más sistematizadas de la cooperación entre Venezuela y las FARC.

Entre otros casos similares, Rafael relató cómo viajó en coche particular, un Toyota Corolla, con un capitán de la Guardia Nacional llamado Pedro Mendoza, a una base militar grande en las afueras de Caracas llamada Fuerte Tiuna. Entró en la base con el capitán, que le entregó ocho fusiles. Volvieron a la frontera con los fusiles en el maletero del coche. Según Rafael, elementos de la Guardia Nacional también suministraron a las FARC granadas, lanzagranadas y material explosivo de base petrolífera C-4 usado para fabricar bombas.

Una fuente de inteligencia confirmó que estos pequeños movimientos de armas ocurrían a gran escala. "Lo que ocurre es que la droga va de Colombia a Venezuela, y las armas vienen de Venezuela a Colombia. No son cargamentos grandes, sino que hay un flujo pequeño pero constante: 5.000 cartuchos, seis fusiles... Es muy difícil de detectar porque hay muchas pequeñas redecitas, muy bien coordinadas por especialistas de las FARC".

Rafael operaba directamente con estos especialistas, tanto en el tráfico de armas como en el de cocaína, hasta que tomó la decisión de cambiar de vida. La convicción de que su suerte se iba a acabar llegó en agosto de este año. "En junio y julio había recibido cursos en la fabricación de explosivos, junto con efectivos de las milicias de Chávez, de los boliches del FBL. Aprendimos, ahí en un campamento dentro de Venezuela, cómo armar diferentes tipos de minas quiebrapatas y cazabobos, y a armar bombas con C-4 recibido de la Guardia Nacional. También nos enseñaron a detonar bombas de manera controlada usando teléfonos celulares". Le estaban preparando, dijo, para una misión en Bogotá. "Nos dieron fotos de los objetivos. Íbamos a operar junto a dos grupos de las FARC destacados en la capital. Íbamos a poner bombas. Cuando se acercaba la fecha empecé a reflexionar que ya no podía seguir así. Primero, por el peligro de los choques con los elenos, y ahora, la posibilidad real de que me detuvieran -y ya pasé varios años en la cárcel por mi actividad en las FARC- o me mataran las fuerzas de seguridad en Bogotá. A finales de agosto me escapé, y en septiembre me entregué".

Un diplomático europeo que conoce bien la situación general del narcotráfico y la guerrilla en Colombia, y que ha oído el testimonio de Rafael, hizo una comparación entre las actividades de las FARC en Venezuela y una hipotética actividad similar de ETA en un país vecino de España. "Imaginemos que ETA tuviera una escuela de fabricación de bombas en Portugal dentro de campamentos protegidos por la policía portuguesa, y que planeara detonar esas bombas en Madrid. Imaginemos que las autoridades portuguesas dotaran de armamentos a ETA, a cambio de dinero obtenido a través del tráfico de drogas, en el que las autoridades portuguesas también colusionaran. Sería un escándalo de enormes proporciones. Pues eso, en gran escala, es lo que está permitiendo que ocurra hoy el Gobierno de Venezuela".

"La verdad", explica un alto mando policial, "es que si Venezuela hiciera un mínimo esfuerzo para colaborar con la comunidad internacional, la diferencia sería enorme. Podríamos fácilmente recuperar dos toneladas más de cocaína por mes sólo con una pequeña vuelta de tuerca por su parte. No lo hacen porque hay mucha corrupción, pero también, y éste es el motivo más de fondo, por su actitud antiimperialista. 'Si esto les jode a los imperialistas', piensan, '¿cómo les vamos a ayudar?'. La clave es la voluntad política. Y no la hay".

Una lógica similar se extiende, según la fuente de inteligencia de más alto rango entrevistada por EL PAÍS, al tema de los secuestrados de las FARC. "Si Chávez quisiera, podría forzar la liberación de Betancourt mañana mismo, independientemente de si está en Venezuela o Colombia. Les dice a las FARC: 'La entregan o se acaba el juego acá en Venezuela'. La dependencia que se han creado las FARC en Venezuela es de una dimensión tan enorme que no se podrían arriesgar a decirle que no".

Santos: La guerra que está ganando… y la otra

Plinio Apuleyo Mendoza / Especial para El Espectador

A la hora de hacer un balance de su gestión como Ministro de Defensa,¿qué se le debe reconocer a Juan Manuel Santos? Mucho. Mucho en cuanto se refiere a la acción militar y policial contra la guerrilla y el narcotráfico, el área que más directamente depende de su Despacho. Gracias a una buena labor de inteligencia bien asesorada por expertos internacionales, a la colaboración de mandos de las FARC reinsertados, a cuantiosas recompensas dadas a informantes en todas las zonas del país y sobre todo a la acción bien coordinada y casi siempre sigilosa en sus preparativos del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada, fue posible dar de baja por primera vez a mandos claves de la guerrilla, hasta entonces inaccesibles en sus refugios selváticos o montañosos.

Al lado de estos fosforescentes operativos, cerca de dos mil delincuentes fueron dados de baja a lo largo del año, entre guerrilleros, paras o narcotraficantes, además de cuatro mil quinientos capturados. Es el más fuerte golpe recibido en mucho tiempo por las FARC. De paso, es un trofeo que el ministro Santos no se muestra esquivo a la hora de enseñarlo a la prensa. Y tiene razón: no es ajeno a él. Santos conoce bien lo suyo. De cuantos ministros de Defensa civiles ha tenido el país desde que el presidente César Gaviria nombrara a Rafael Pardo Rueda, es tal vez el más cercano a los militares. Alguna solidaridad de cuerpo debió quedarle desde los tiempos en que fue alumno de la Escuela Naval de Cadetes. En todo caso, armas y uniformes no le son extraños.

A la luz de estos resultados, ¿podría decirse que estamos al fin en camino de derrotar a las FARC? Así sería, si todas las fichas de esta organización armada, considerada internacionalmente como una organización terrorista, estuviesen puestas en el campo militar. Pero nunca los gobiernos le han prestado atención a su vieja estrategia de combinación de todas las formas de lucha. Para las FARC son los escenarios diversos donde se mueve su guerra, una guerra vista siempre por el poder sólo como un conflicto interno a cargo de un grupo armado.

Una de esas formas de lucha, organizada con minuciosa astucia a lo largo de los años, se sitúa en el campo jurídico. Es la que le está permitiendo a las FARC devolver con creces los golpes recibidos en el campo militar, poniendo fuera de combate a valiosos militares con falsas pero bien cimentadas acusaciones a cargo de sus brazos políticos, y creando con ello en las Fuerzas Armadas un clima de aguda inseguridad, sobre todo perceptible en los mandos medios, a la hora de adelantar ciertos operativos. Es indudable que condenas para ellos flagrantemente injustas y sin réplica legal posible producen desaliento y desmoralización. La inseguridad jurídica que afecta a la institución armada es el flanco débil de la política de seguridad democrática. ¿Lo captarán en su real dimensión el Presidente Uribe y su ministro Santos? Es posible que así sea, pero el gobierno no ha encontrado en las distintas instancias del poder judicial (Fiscalía, Procuraduría o Corte Suprema de Justicia) la necesaria armonía y solidaridad de poderes que en otros países existe a la hora de combatir el terrorismo.

Un año de grandes golpes

De todas maneras, los éxitos militares, nada menospreciables, han logrado resquebrajar en los altos mandos de las FARC el viejo proyecto maoísta de la guerra popular prolongada. Es un hecho que en el siglo XXI desde el monte y con armas no se llega al poder. Los llamados modelos revolucionarios del continente, auspiciados por Chávez, han demostrado que la vía es otra muy distinta a la preconizada por Castro cuarenta años atrás. No se trata de hacer una revolución armada para llegar al poder, sino de llegar al poder por la vía electoral, con gran movilización de dinero proporcionado por el gobierno venezolano, para desde allí hacer la revolución. A esa nueva certidumbre, que un "Alfonso Cano" recoge en un reciente manifiesto, han contribuido los golpes recibidos este año por su compañero y rival dentro de la jerarquía de las FARC, el "Mono Jojoy" a manos de las fuerzas militares.

El primero de estos golpes corrió por cuenta de la Fuerza Aérea en el mes de enero cuando, gracias a informes de infiltrados, fue posible atacar el campamento del Frente 37, en los Montes de María. El resultado más espectacular de esta acción fue la fuga del actual Canciller, Fernando Araújo, tras seis años de secuestro. No resultó ser una incursión accidental, sino el comienzo de una larga persecución de siete meses, minuciosamente adelantada contra "Martín Caballero", no sólo comandante del Frente 37 sino uno de los dos hombres que manejan el Bloque Caribe de las FARC. El otro es Iván Márquez, ahora acantonado tranquilamente en el territorio venezolano de la Sierra de Perijá. Caballero, cuyo verdadero nombre era Gustavo Rueda Díaz, había logrado convertirse en terror de la Costa Atlántica desde su escarpado refugio en los Montes de María. De sus audaces acciones, dan cuenta un fallido atentado contra el ex presidente Clinton y el presidente Uribe en Cartagena y el secuestro de Fernando Araujo.

Las operaciones contra este peligroso comandante guerrillero tuvieron una preparación de siete meses y movilizaron en torno a tres municipios de la zona - Zambrano, Carmen de Bolívar y San Juan Nepomuceno- , a cerca de siete mil hombres de las tres fuerzas. El golpe definitivo que daría de baja a Caballero y a 20 de sus guerrilleros, hombres y mujeres, ocurrió el 25 de octubre en la madrugada, cuando conjuntamente helicópteros artillados de la Fuerza Aérea y tropas de la Fuerza Conjunta de Acción Disuasiva (Fucad) atacaron su campamento con ametralladoras y morteros.

Que la guerrilla puede ser militarmente derrotada - y lo está siendo - lo demostraron otras bajas infligidas a las Farc a lo largo del año: la de Milton Sierra, "Jota Jota", jefe de la columna Manuel Cepeda y principal coordinador del secuestro de los 12 diputados de la Asamblea del Valle del Cauca, en enfrentamiento con la Fuerza Naval del Pacífico el 6 de junio en Buenaventura; la del Negro Acacio, jefe del frente 16 de las FARC y el más importante coordinador del tráfico de droga de las FARC, el 2 de septiembre en las selvas del Guaviare; la de Angel Yara, "Hugo Sandoval", miembro del Estado Mayor del Bloque Oriental y jefe del Frente 26; la de John Martínez Ortega, "Yuri", jefe político de la Teófilo Forero, en el Tolima, el 11m de junio; la de "Cristóbal", jefe de milicias y del Partido Comunista Colombiano Clandestino en Bogotá, muerto el 18 de agosto en la toma del campamento de "Carlos Losada", en el Meta.

También el narcotráfico ha sido golpeado con éxito. Al lado de desmantelamiento de redes, decomiso de 49 toneladas de cocaína, 19 de heroína y la destrucción de 457 toneladas de hoja de coca y de 1.147 laboratorios y cuatro pistas clandestinas, el golpe más resonante lo dio una fuerza especial del ejército, al capturar en una finca del municipio de Zarzal, al famoso "Don Diego", considerado por el FBI uno de los diez delincuentes más buscados del mundo, luego de comprobarse que el cartel dirigido por él había logrado exportar cerca de 500 toneladas de coca a Europa y los Estados Unidos.

¿Cómo explicar éxitos tan resonantes? Al parecer, gracias a la colaboración de Gran Bretaña y de Israel, para no hablar de la ayuda dada por del gobierno de Estados Unidos, se ha logrado un importante fortalecimiento de los servicios de inteligencia de las Fuerzas Militares, en especial de la Armada Nacional. Infiltrados, informantes, recompensas cuantiosas ofrecidas y pagadas, y sobre todo agentes y mandos de las FARC reinsertados han conseguido, de su lado, penetrar o burlar la estructura antes hermética de la organización guerrillera. La acción coordinada del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea ha permitido el puntillazo fin al para lograr los objetivos buscados.

Las armas secretas de las FARC

Esto, en la columna de los éxitos logrados por el ministro Santos. ¿Dónde estarían los puntos controversiales de su gestión? Los medios de comunicación, que rara vez dejan de clavar algunos dardos a los altos funcionarios del gobierno, recuerdan las intercepciones a los paramilitares recluidos en Itaguï, las infiltraciones de hombres de Don Diego en el Ejército o de las supuestas propuestas hechas por Juan Manuel Santos a Carlos Castaño para derrocar al entonces presidente Samper.

Todo eso, sin embargo, no parece tener mayor consistencia. Responde a un periodismo en diaria búsqueda de títulos y primicias que rara vez se detiene a explorar en toda su inquietante perspectiva las nuevas modalidades de la guerra - no hay otra manera de llamarla - que vive el país. Tal vez tampoco el gobierno, la verdad sea dicha. Lo expresa muy bien en su libro El espejo retrovisor el general ® Adolfo Clavijo. "El Estado como tal - dice él - maneja la agresión de una minoría enfrentándola únicamente con su poder militar y policivo.... Históricamente, los estamentos responsables de la defensa del Estado no se han tomado el trabajo de enfrentar el contenido político del complot. De ahí que sea un error craso considerar que la guerrilla es un problema grave y que las presiones que encajan en la guerra política o jurídica no lo son, que no pasan de ser actividades propias de la naturaleza democrática, ajenas al conflicto armado".

La realidad, sólo percibida por unos cuantos observadores, es que las FARC han sabido manipular a su favor los recursos judiciales, gracias a una bien articulada y sigilosa estrategia que se apoya en un abanico de variados recursos:

1) La manipulación de testigos, bien por medio de amenazas o por medio de pagos, labor nada difícil en las regiones donde la guerrilla o sus agentes tienen una fuerte presencia. La coincidencia de testimonios acusatorios contra un oficial suele ser tomadas como prueba contundente para enjuiciarlo.

2) Los "criminalistas" o expertos en la reconstrucción de escenarios que mueve la guerrilla tras una acción armada, aprovechando los frecuentes descuidos de la justicia. Muchas veces, en efecto, los fiscales no acuden al lugar de los hechos o lo hacen tardíamente por razones de seguridad, permitiendo que entretanto se cambie la indumentaria de los guerrilleros muertos para presentarlos como campesinos, se les traslade de lugar, se cubran rastros de sangre o se recojan o cambien las vainillas, de modo de presentar como asesinatos por cuenta de los militares lo que, en realidad, había sido un combate.

3) Agentes del PC3 (Partido Comunista Colombiano Clandestino) infiltrados en la Fiscalía. Los ha habido antes y los hay en la actualidad, cosa nada extraña si se toma en cuenta que las FARC han logrado introducir a estos bien camuflados agentes suyos en las Empresas Municipales de Medellín o, como en el caso de Marilú Ramírez , en el curso de Cidenal que prepara el ascenso de los coroneles, gracias a lo cual pudo tener acceso a los secretos de la cúpula militar.

4) Las ONG de izquierda, especializadas en la guerra jurídica contra los militares, como Justicia y Paz, el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, la Red Europea de Hermandad con Colombia, el Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, Minga, Peace Brigadas Internacional y muchas otras dentro del país y fuera de él.

5) Finalmente, la ligereza de muchos medios de comunicación cuyas redacciones judiciales suelen darle a los anteriores montajes carácter de revelaciones, es decir, de hechos comprobados.

La acción conjunta de estos agentes o instrumentos esencialmente orientados hacia el enjuiciamiento y condena de los militares suele lograr sus objetivos. En quienes han observa do de cerca los casos más recientes, existe no sólo la sospecha sino la convicción de que se han cometido flagrantes injusticias.

Detengámonos en uno de ellos, el del subteniente Juan Pablo Ordoñez y los soldados profesionales Jhon Jairo Hernández, Wálter Loaiza y Oscar Saúl Cuta, adscritos al Batallón Reveiz Pizarro y recientemente condenados a cuarenta años de cárcel por el supuesto asesinato a sangre fría de tres sindicalistas en el poblado de Río Seco, Arauca. Aunque pertenecieran, en efecto, a sindicatos de la región (por cierto, fuertemente infiltrados de mucho tiempo atrás por el ELN) se trataba de tres prófugos contra quienes existía orden de captura por pertenecer al brazo político de esta guerrilla. Luego de conocer, gracias a reinsertados, la casa donde se hallaban ocultos, la operación se llevó a cabo a las cinco de la madrugada del 5 de septiembre, hora propicia para evitar que alguien en el poblado les diera aviso de la presencia de una patrulla militar. Luego de golpear la puerta de la casa, el subteniente les ordenó salir. Los tres prófugos, en vez de atender su orden, escaparon por una puerta lateral de la vivienda. Dos de ellos alcanzaron a disparar sus armas contra los soldados, según quedaría demostrado al examinar sus cuerpos y realizar las llamadas pruebas de absorción atómica. Dados de baja, quedaron tendidos en un lote vecino. Dentro de la casa había dos mujeres - una de ellas también con orden de captura - que fueron detenidas.

Ninguna de las inculpaciones que luego cayeron sobre los miembros de aquella patrulla habría tenido consistencia si el Fiscal de Saravena hubiese acudido como lo solicitara por radio el subteniente. El escenario, la ubicación de los cuerpos, las cápsulas correspondientes a los disparos hechos, todo habría confirmado la versión de los militares. Pero el Fiscal, alegando razones de seguridad, desistió de acudir en helicóptero a Rio Seco. En vez de ello, se pidió al oficial y a los soldados que trasladaran los cadáveres a Saravena, y la inspección del lugar sólo se realizó dos días después, lapso suficiente para que aparecieran testigos inculpando a los militares, el escenario de los hechos sufriera hábiles modificaciones por cuenta de pobladores bajo la influencia del ELN (alteración de rastros, vainillas recogidas, huellas de sangre borradas etc.) y las consabidas ONG se apresuraran a denunciar el asesinato a sangre fría de tres inermes sindicalistas con el consiguiente estrépito internacional.

Militares sin defensa

Parecidos cuestionamientos y probablemente montajes similares han sido denunciados por la Fundación Verdad Colombia, por juristas como Jean Carlo Mejía, por Maria Fernanda Cabal, ex directora de Relaciones Internacionales de la Fiscalía, o analistas de la guerra política como Fernando Londoño, Carlos Sierra, Adolfo Clavijo o Fernando Vargas, en casos como los de Santo Domingo, San José de Apartadó, de Jamundí y otros cuantos que no soportarían una real veeduría internacional de juristas competentes.

Los militares están plenamente concientes de que están bajo el fuego de una guerra jurídica contra la cual no tienen defensa. El oficial inculpado carece de toda protección legal. Debe buscar sus abogados y pagarlos con sus propios recursos, a veces vendiendo o hipotecando sus viviendas. Su única garantía de imparcialidad en otro tiempo era la Justicia Penal Militar, hoy desmantelada para dejarle todos sus fueros a la Justicia Ordinaria luego de las sentencias en su contra, o en contra del país, dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La medida, según el Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Militar Nueva Granada, Jean Carlo Mejía, surgió de tiempo atrás. Se la expuso al propio Decano y a sus acompañantes el entonces secretario jurídico de la Presidencia, Camilo Ospina. Buscaba con ello evitar en el futuro nuevas sentencias condenatorias de la mencionada Corte, integrada en buena parte por juristas de izquierda para quienes la justicia militar es siempre sospechosa. "Semejante solución - dice Mejía - equivale a la de aquel marido que al descubrir a su esposa con un amante en el sofá de su casa, lo mejor que se le ocurre es salir a vender el sofá".

Imagen y realidad. A veces van juntas pero a veces también están reñidas como en este caso. Internacionalmente, después de lo ocurrido en otro tiempo en los países del sur del continente, la justicia militar no es confiable. En Colombia, al menos para los militares, sucede lo contrario con la justicia ordinaria.

Al lado de estas inquietudes, hay otra que empieza a vislumbrarse en las Fuerzas Armadas. Más de 60 generales han sido llamados a calificar servicios bajo los dos mandatos del presidente Uribe. Hay quienes piensan que se trata de una medida saludable en busca de rigor, conductas intachables y de resultados en el manejo del conflicto interno que vive el país. Pero no es ésta la impresión que prevalece en la institución armada. ¿Será verdad que hoy todo general recibe con zozobra la llamada del Presidente temiendo que le notifique el fin de su carrera? Eso dicen algunos oficiales.

¿Sabrá todo esto el ministro Juan Manuel Santos? De pronto sí. De pronto no. Los trofeos que hoy muestra han sido bien ganados. Le queda otra guerra que librar y ella no tiene como escenario las selvas y montañas donde opera la guerrilla. Está en otros frentes de lucha, de pronto más escarpados. Es el nuevo desafío que tiene su gestión, pues la inseguridad jurídica tiende a anular lo que logra la seguridad democrática.


domingo, 9 de diciembre de 2007

Los muertos del pueblo, ¿quién los llora?

Escrito por José María Carbonell en Anncol
domingo, 09 de diciembre de 2007
Por José María Carbonell

¿A quién le duelen los más de 70 mil muertos? Evidentemente al pueblo, porque son sus hijos los que mueren por el Terrorismo de Estado aplicado gustosamente por los hijos de los oligarcas en el poder.
Es necesario poner algunos puntos sobre las íes en el emborronamiento de cuartillas que hacen los medios oligárquicos. Y más que necesario, yo diría imprescindible, para seguir en la ‘ingrata’ tarea de develar la verdad. Verdad que ha sido tergiversada por la oligarquía desde que ejerce el poder, es decir, desde que Simón Bolívar murió -¿asesinado?- en 1830.
Y la primera verdad es que es la oligarquía la que ha ejercido desde siempre el poder de manera violenta. Desde 1964, el siglo pasado, el presidente frantenacionalista, Guillermo León Valencia, lanzó una fuerza militar estimada en 16.000 soldados y la aviación –incluída aspersión de la ‘peste negra’-, contra 48 campesinos que sembraban la tierra en Marquetalia (departamento del Tolima, centro del país).
Nacieron entonces las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), a fin de defender sus vidas. Desde entonces las FARC han hecho llamados para la búsqueda de una salida diferente a la de la guerra al conflicto interno. Ahí están los documentos que muestran que no decimos mentiras.
El ejercicio violento del poder por parte de la oligarquía ha arrojado 70 mil colombianos muertos desde la administración de Cesar Gaviria hasta Uribe Vélez. La cifra es mucho mayor, por el evidente subregistro. ¿En razón de qué tantas muertes? En razón del apetito de la oligarquía por el poder y poder seguir pelechando, amamantándose, con el apoyo del imperio estadounidense.
¿A quién le duelen los más de 70 mil muertos? Evidentemente al pueblo, porque son sus hijos los que mueren por el Terrorismo de Estado aplicado gustosamente por los hijos de los oligarcas en el poder. Son 70 mil muertos que nos recuerdan que estamos en una guerra agenciada desde el Estado, pero que Uribe niega. Son 70 mil muertos que nos duelen profundamente y que los lloramos, los lloramos profundamente.
70 mil muertos que nos muestran que además del Terrorismo de Estado, la oligarquía en el poder utiliza y aplica la ‘combinación de las formas de lucha’, la cual venimos denunciando desde hace 5 años en ANNCOL, con otros periodistas.
70 mil muertos asesinados utilizando las masacres, las desapariciones forzadas, los asesinatos selectivos (si quiere puede verlo en esta misma página en el libro del periodista Allende La Paz, Plan Colombia y Conflicto Interno Colombiano. Dé un dobe click). 3.726 masacres desde Barco Vargas hasta Uribe Vélez. 8.000 desaparecidos forzados durante el mismo período y 28.245 ejecuciones extrajudiciales o asesinatos selectivos.
70 mil muertos con sus llantos, sus dolientes y sus dolores. Son muertos asesinados de manera violenta. Muertes adelantadas con inmensa sevicia. Que ha utilizado a los ‘asesinos de la MotoSierra’ y a los ‘Mochacabezas’, quienes jugaban al fútbol con la cabeza de las víctimas, y han sido adelantadas, también cómo no!, por las fuerzas militares.
70 mil muertos practicadas por las Fuerzas del Estado. Los Fidel, los Carlos Castaño, los Mancuso, los ‘Jorge 40’, los ‘Don Berna’, los Isaza, los Hernán Giraldo, los mellizos, los etc, etc. Asesinos que para poder adelantar sus negocios criminales –de narcotráfico- asesinaban al pueblo por orden de la oligarquía. Porque eso hay que decirlo, los narco-paramilitares nacieron para asesinar a la población civil. Ellos nunca combatieron a la guerrilla, más bien la guerrilla los combatía a ellos, les asaltaba sus campamentos, como cuando le agujerearon la nalga a Carlos Castaño.
Modelo tan atractivo que el vice quiso tener su ‘Bloque Capital’. Ah, cosas del apetito de poder!
Y estas son las víctimas de la violencia física. ¿Cuántos muertos por la violencia que no se ve? ¿Cuántos por la desnutrición, el hambre? ¿Cuántos por el desempleo? Tocará leer los escritos de Allende La Paz y su especialidad estadística. ¿Cuántos muertos en los ‘paseos de la muerte’? Porque todas esas muertes son imputables a los que agencian políticas de muerte, como la guerra. ¿Cuántos millones de dólares gastados en la guerra y no invertida en cuestiones sociales? 30.000 millones de dólares. ¿Podrá haber algo más criminal?
Hoy, por primera vez, vemos a la oligarquía lloriqueando –lágrimas de cocodrilo- por los retenidos en poder de las FARC. ¿Acaso dicen algo sobre los retenidos en poder del estado? ¿Acaso se conduelen de las condiciones aberrantes de reclusión de Sonia y Simón Trinidad? ¿Será que los ‘guerrilleros’ no tienen derechos humanos? Nosotros abogamos por una solución igual para todos los retenidos. De la oligarquía y del pueblo. Por primera vez la oligarquía se vé obligada a negociar por representantes de su clase. Y lo hace por el peso del hecho. Lo hace por los políticos y por los tres espías estadounidenses en poder de las FARC, porque por los militares colombianos, ninguno, ni Samper, ni Pastrana, ni Uribe, se sacrificaría por ellos. Ninguno de ellos ha movido un dedo por ellos.
Sin embargo, las FARC los ha obligado a negociar. ¿Por qué? Porque estamos en guerra y ‘en la guerra y en el amor –dicen, eso dicen los burgueses- todo se vale’ (Oh, Maquiavelo). Pero nosotros, el pueblo colombiano tendrá que movilizarse para imponerle otra visión a la oligarquía, o para sacarla del poder. Por eso estamos en el PDA. Pero si este es inferior a los requerimientos, seguiremos adelante y nuestra vista se posará sobre la otra opción popular. Porque nuestro objetivo es acabar la guerra. ¡Pela el ojo!

'Si me echan del Polo, hago el Partido de la Calle', dice Lucho Garzón

Roberto Pombo: Hablemos de hoy. Defina quién es usted políticamente, pero con precisión, sin caer en la vaguedad de los conceptos de izquierda, centro y derecha.

Garzón: La izquierda es amar a los demás. La derecha es amarse uno mismo. Conozco muchos izquierdistas que actúan como la derecha: egoístas, insolidarios, absolutamente egocentristas.Y conozco muchos a quienes tildan de derecha, que actúan con un grado de solidaridad y generosidad muy grande. Yo me declaro un absoluto reformista: reformas sociales, económicas y políticas. El reformismo que represento es la lucha por los derechos y no la lucha de clases. Eso es lo que me diferencia enormemente de aquellos que quieren hacer de la política un antitodo: anti-Uribe, anti-Bush, anti-Clinton, anti-TLC, anti-Angelino Garzón, anti-Lucho, anti-oqueños... Todo es anti, anti, anti.

Pombo: A su juicio, ¿las Farc son de izquierda?
Garzón: No, porque nada más agresivo que alguien hable de izquierda cuando tiene tres comportamientos que afectan a la sociedad. Primero, cuando uno atenta contra la vida con el secuestro, el asesinato o la extorsión; cuando uno instrumentaliza vidas en función de eso, eso no es ético. Y como tal, esa ética no puede ser de izquierda. Segundo, cuando uno desarrolla un modelo que en últimas excluye incluso el derecho a la personalidad, no puede ser de izquierda. Los derechos a la personalidad son inherentes a quienes manejamos las riendas de la izquierda. Y tercero, lo que veo en ellos es una agenda ligada exclusivamente a una discusión de tierra, que es importante, pero lo que se mueve más en el mundo de hoy es para dónde va el sector financiero. Entre Echavarría Olózoga y Manuel Marulanda no hay muchas diferencias en la concepción del Estado.

Pombo: Pero en todo caso, las Farc son un fenómeno existente, tienen una capacidad concreta para complicar el funcionamiento de la sociedad, y gente como usted ha gobernado y aspira a seguir gobernando. ¿Cómo se maneja eso?
Garzón: Uno no puede seguir legitimando ese verde oliva sobre la base de cualquier cosa. En los 70 y 80, decíamos que necesitábamos una guerrilla porque había Estado de sitio. Se acabó el Estado de sitio con la Constitución del 91. Después se dijo que la lucha contra la pobreza se hacía desde el escenario de la guerrilla, no en otro escenario. Hemos demostrado en Bogotá lo contrario: hemos reducido la pobreza en 61 por ciento, y en 38 por ciento la indigencia. Y en el país también se ha avanzado. Ahora venimos a discutir el tema del delito de rebelión en un momento en el que la línea de acción de las Farc es la del fin justifica todos los medios. Uno no puede entrar en esa discusión porque termina, de alguna manera, legitimando el escenario de las Farc.
Pombo: ¿Aunque se esté hablando en forma teórica?
Garzón: Sí. Yo no acusaría a nadie de la izquierda de ser parte de las Farc. Pero cuando uno hace consideraciones de tipo teórico, termina validando ese escenario desde el punto de vista constitucional o académico. Es que la combinación de las formas de lucha no es reunirse con un guerrillero sino justificar esa forma de lucha. Y eso, en últimas, termina haciéndole mucho daño a un proyecto de izquierda.

Pombo: Metámonos, pues, en ese proyecto de izquierda que tiene nombre propio: el Polo. Es el grupo que usted formó y a nombre del cual gobernó. Defínalo en términos de las personas que están ahí, de las tendencias políticas que conviven en su interior.
Garzón: Carlos Gaviria representa el sentimiento de los que se consideran más revolucionarios, de los que consideran que aquí no puede haber ninguna posibilidad de acceder a unos espacios mucho más amplios. En los 70 y 80 se movió intensamente el anticomunismo. Pero ahora lo que pasa es que, desde los lados más radicales de la izquierda, se cuestiona el origen político de quienes vienen del Partido Liberal o del Conservador. Es una posición sectaria y de guerra fría. Eso lo interpreta muy bien Carlos Gaviria. Y hay otros que nos declaramos reformistas. En eso está Angelino Garzón y hay varios. Lo que le sucedió al Polo en las últimas elecciones fue que no ganó la oposición per se; ganaron los gobiernos del partido.

Pombo: Pero ahí están esos dos sectores antagónicos que usted acaba de describir, metidos dentro del mismo Polo. ¿Caben dentro de ese Polo, al mismo tiempo, usted y Carlos Gaviria?
Garzón: No quisiera personalizar, porque nadie más ético, desde mi punto de vista, que Carlos Gaviria. Pero tengo una discusión, no solo teórica sino política, sobre cómo se concibe un proyecto político. Y en ese sentido, es evidente que hay tendencias que son tan pugnaces que a veces se trabaja por consensos que terminan siendo más paralizantes que dinámicos.
Pombo: ¿Hay algún mecanismo para establecer quién puede ser el líder o el candidato? Eso podría mantener unidas esas fracciones.
Garzón: Si las reglas de juego son a imagen y semejanza de las maniobras de los partidos tradicionales para ir excluyendo opiniones diferentes, yo no me lo voy a mamar. Lo cierto es que la Alcaldía de Bogotá fue víctima de una oposición soterrada y abierta de un gran sector de la dirección del Polo; podría decir que por la gran mayoría, unos por acción y otros por omisión. No me voy a aguantar que ahora,en el asfalto, me agarren a palo a mí y a los que representamos lo mismo.
Pombo: ¿Con este Polo que usted describe se puede gobernar?
Garzón: Con un Polo que dice a todo no, no se puede gobernar el país. Lo declaran a uno uribista o neouribista, porque uno respeta cosas del uribismo. Me parece que no hubiéramos podido lograr los resultados que logramos solamente con la inversión política, con no habernos robado la plata, con haber reorientado el presupuesto, con haber hecho las metas de crecimiento en Bogotá, si no hubiéramos tenido un entorno determinado. Y ese entorno, gracias al Ejército y a la Policía, reventó el te-rrorismo, reventó el secuestro, cambió la situación económica. Entonces, negarle eso al uribismo, como factor de valor agregado, me parece una pendejada. Cuando uno está en contra del TLC, plantea una alternativa y no solo dice no. Nosotros, en Bogotá, nos subimos al cuarto del lado del TLC y ayudamos. Nos preocupó el tema de seguridad alimentaria y el tema de drogas genéricas, y trabajamos durísimo, pero no nos opusimos per se. No creo que esa pueda ser una opción.
Pombo: ¿Usted sigue pensando que debe haber una solución negociada con las Farc?
Garzón: Plenamente. La diferencia que tengo es que las Farc de hoy no están por la negociación política. Ellos hablan de solución política, que es una expresión en función de un gobierno dirigido por ellos. Negociación política es nos sentamos y hacemos reformas. Yo comparto con las Farc, por ejemplo, la tesis del Congreso unicameral y la comparte también Uribe. ¿Por qué los tres no podemos hacer un acuerdo? ¿Para eso nos vamos a matar? Elección popular de Procurador... ¿Por eso nos estamos matando? Pero negociación política de poder y toma del poder por la vía armada, no hay nada que hacer.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Alcaldía de Bogotá financia periódico pro-FARC

Bogotá, Colombia

(RCN) -

Este miércoles en La noche de RCN entrega de reveladores detalles de un documento confidencial que manejan los militares venezolanos que se oponen al gobierno del presidente Hugo Chávez.

El senador Jairo Clopatosfsky por su parte, denunció que la falta de controles ante la guerrilla también es interno. Mostró un periódico que según él, pertenece a las Farc, lo venden en todas las librerías y es patrocinado con dineros de la alcaldía de Bogotá y correos de Colombia.

“Yo creo que es gravísimo, estoy totalmente de acuerdo con el senador Clopatosfsky, en que aquí hay un proyecto de golpe de corto y mediado plazo que procura por la vía democrática tal y como se hizo en Venezuela, traernos a nosotros ese socialismo del siglo XXI” afirmó Martha Lucía Ramírez, senadora del partido de la U.

El video se puede ver a continuación: