domingo, 9 de diciembre de 2007

'Si me echan del Polo, hago el Partido de la Calle', dice Lucho Garzón

Roberto Pombo: Hablemos de hoy. Defina quién es usted políticamente, pero con precisión, sin caer en la vaguedad de los conceptos de izquierda, centro y derecha.

Garzón: La izquierda es amar a los demás. La derecha es amarse uno mismo. Conozco muchos izquierdistas que actúan como la derecha: egoístas, insolidarios, absolutamente egocentristas.Y conozco muchos a quienes tildan de derecha, que actúan con un grado de solidaridad y generosidad muy grande. Yo me declaro un absoluto reformista: reformas sociales, económicas y políticas. El reformismo que represento es la lucha por los derechos y no la lucha de clases. Eso es lo que me diferencia enormemente de aquellos que quieren hacer de la política un antitodo: anti-Uribe, anti-Bush, anti-Clinton, anti-TLC, anti-Angelino Garzón, anti-Lucho, anti-oqueños... Todo es anti, anti, anti.

Pombo: A su juicio, ¿las Farc son de izquierda?
Garzón: No, porque nada más agresivo que alguien hable de izquierda cuando tiene tres comportamientos que afectan a la sociedad. Primero, cuando uno atenta contra la vida con el secuestro, el asesinato o la extorsión; cuando uno instrumentaliza vidas en función de eso, eso no es ético. Y como tal, esa ética no puede ser de izquierda. Segundo, cuando uno desarrolla un modelo que en últimas excluye incluso el derecho a la personalidad, no puede ser de izquierda. Los derechos a la personalidad son inherentes a quienes manejamos las riendas de la izquierda. Y tercero, lo que veo en ellos es una agenda ligada exclusivamente a una discusión de tierra, que es importante, pero lo que se mueve más en el mundo de hoy es para dónde va el sector financiero. Entre Echavarría Olózoga y Manuel Marulanda no hay muchas diferencias en la concepción del Estado.

Pombo: Pero en todo caso, las Farc son un fenómeno existente, tienen una capacidad concreta para complicar el funcionamiento de la sociedad, y gente como usted ha gobernado y aspira a seguir gobernando. ¿Cómo se maneja eso?
Garzón: Uno no puede seguir legitimando ese verde oliva sobre la base de cualquier cosa. En los 70 y 80, decíamos que necesitábamos una guerrilla porque había Estado de sitio. Se acabó el Estado de sitio con la Constitución del 91. Después se dijo que la lucha contra la pobreza se hacía desde el escenario de la guerrilla, no en otro escenario. Hemos demostrado en Bogotá lo contrario: hemos reducido la pobreza en 61 por ciento, y en 38 por ciento la indigencia. Y en el país también se ha avanzado. Ahora venimos a discutir el tema del delito de rebelión en un momento en el que la línea de acción de las Farc es la del fin justifica todos los medios. Uno no puede entrar en esa discusión porque termina, de alguna manera, legitimando el escenario de las Farc.
Pombo: ¿Aunque se esté hablando en forma teórica?
Garzón: Sí. Yo no acusaría a nadie de la izquierda de ser parte de las Farc. Pero cuando uno hace consideraciones de tipo teórico, termina validando ese escenario desde el punto de vista constitucional o académico. Es que la combinación de las formas de lucha no es reunirse con un guerrillero sino justificar esa forma de lucha. Y eso, en últimas, termina haciéndole mucho daño a un proyecto de izquierda.

Pombo: Metámonos, pues, en ese proyecto de izquierda que tiene nombre propio: el Polo. Es el grupo que usted formó y a nombre del cual gobernó. Defínalo en términos de las personas que están ahí, de las tendencias políticas que conviven en su interior.
Garzón: Carlos Gaviria representa el sentimiento de los que se consideran más revolucionarios, de los que consideran que aquí no puede haber ninguna posibilidad de acceder a unos espacios mucho más amplios. En los 70 y 80 se movió intensamente el anticomunismo. Pero ahora lo que pasa es que, desde los lados más radicales de la izquierda, se cuestiona el origen político de quienes vienen del Partido Liberal o del Conservador. Es una posición sectaria y de guerra fría. Eso lo interpreta muy bien Carlos Gaviria. Y hay otros que nos declaramos reformistas. En eso está Angelino Garzón y hay varios. Lo que le sucedió al Polo en las últimas elecciones fue que no ganó la oposición per se; ganaron los gobiernos del partido.

Pombo: Pero ahí están esos dos sectores antagónicos que usted acaba de describir, metidos dentro del mismo Polo. ¿Caben dentro de ese Polo, al mismo tiempo, usted y Carlos Gaviria?
Garzón: No quisiera personalizar, porque nadie más ético, desde mi punto de vista, que Carlos Gaviria. Pero tengo una discusión, no solo teórica sino política, sobre cómo se concibe un proyecto político. Y en ese sentido, es evidente que hay tendencias que son tan pugnaces que a veces se trabaja por consensos que terminan siendo más paralizantes que dinámicos.
Pombo: ¿Hay algún mecanismo para establecer quién puede ser el líder o el candidato? Eso podría mantener unidas esas fracciones.
Garzón: Si las reglas de juego son a imagen y semejanza de las maniobras de los partidos tradicionales para ir excluyendo opiniones diferentes, yo no me lo voy a mamar. Lo cierto es que la Alcaldía de Bogotá fue víctima de una oposición soterrada y abierta de un gran sector de la dirección del Polo; podría decir que por la gran mayoría, unos por acción y otros por omisión. No me voy a aguantar que ahora,en el asfalto, me agarren a palo a mí y a los que representamos lo mismo.
Pombo: ¿Con este Polo que usted describe se puede gobernar?
Garzón: Con un Polo que dice a todo no, no se puede gobernar el país. Lo declaran a uno uribista o neouribista, porque uno respeta cosas del uribismo. Me parece que no hubiéramos podido lograr los resultados que logramos solamente con la inversión política, con no habernos robado la plata, con haber reorientado el presupuesto, con haber hecho las metas de crecimiento en Bogotá, si no hubiéramos tenido un entorno determinado. Y ese entorno, gracias al Ejército y a la Policía, reventó el te-rrorismo, reventó el secuestro, cambió la situación económica. Entonces, negarle eso al uribismo, como factor de valor agregado, me parece una pendejada. Cuando uno está en contra del TLC, plantea una alternativa y no solo dice no. Nosotros, en Bogotá, nos subimos al cuarto del lado del TLC y ayudamos. Nos preocupó el tema de seguridad alimentaria y el tema de drogas genéricas, y trabajamos durísimo, pero no nos opusimos per se. No creo que esa pueda ser una opción.
Pombo: ¿Usted sigue pensando que debe haber una solución negociada con las Farc?
Garzón: Plenamente. La diferencia que tengo es que las Farc de hoy no están por la negociación política. Ellos hablan de solución política, que es una expresión en función de un gobierno dirigido por ellos. Negociación política es nos sentamos y hacemos reformas. Yo comparto con las Farc, por ejemplo, la tesis del Congreso unicameral y la comparte también Uribe. ¿Por qué los tres no podemos hacer un acuerdo? ¿Para eso nos vamos a matar? Elección popular de Procurador... ¿Por eso nos estamos matando? Pero negociación política de poder y toma del poder por la vía armada, no hay nada que hacer.

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